A Candy colored clown

In Dreams - Roy OrbisonAcuff Rose and Opryland Music (BMI)Copyright 1963 Monument Record Corp. A candy colored clown they call the sandman/Tiptoes to my room everynight/Just to sprinkle stardust and to whisper/Go to sleep, everything is alright/I close my eyes then I drift away/Into the magic night I softly say/A silent prayer like dreamers do/Then I fall asleep to dream/My dreams of you/ In dreams I walk with you/In dreams I talk with you/In dreams you're mine/All of the time with you/Ever in dreams, in dreams/ But just before the dawn/I awake and find you're gone/I can't help it, I can't help it if I cry/I remember that you said goodbye/It's too bad that all these things/Can only happen in my dreams/Only in dreams/In beautiful dreams.

domingo, 28 de octubre de 2007

¿Dónde quedó el miedo?


Cuando se hace un refrito de un clásico del cine, es inevitable comparar las dos -o más- versiones entre sí. Sin embargo, creo que lo mejor es no esperar mejoría alguna. En tanto que me pregunto si las distintas adaptaciones cinematográficas de Drácula son remakes la una de la otra y sucesivamente. Definitivemente, NO. Éstas se desprenden de una fuente literaria, y no podríamos decir, exactamente, dónde está el fúsil, ¿o sí?. Y, de ser así, pueden surgir notables homenajes, como el de la versión de Coppola -la mejor- al Nosferatu de Murnau y al estilo gótico de las producciones de la Hammer, entre otros detalles.


Fui a ver Hasta el viento tiene miedo bajo mi propio riesgo, ya que leí opiniones encontradas; aunque eran de publicaciones sumamente comerciales, como lo es el filme en cuestión. A fin de cuentas hay que ver qué chingados habían hecho, ¿no? Gustavo Moheno, director de la cinta, alegó un rollo de distanciamiento con respecto a la realización de Carlos Enrique Taboada: que si iba a explotar el subtexto que halló en el guión y bla, bla... El caso es que como acertadamente se ha dicho, el fantasma no logra asustar a nadie -salvo en breves lapsos, que prometen más de lo que finalmente entregan-. Además, el famoso subplot de cuestiones menstruales (literalmente), que tienen que ver con el crecimiento y "la vida", pues yo no acabo de asimilarlo. Lo mismo que la cuestión lésbica -como el infaltable cliché- en un internado, clínica de rehabilitación o lo que fuese dicha institución, a cargo de la Dra. Bernarda (mi ex maestra Veronica Langer) .


Así es como la atractiva, y dos veces suicida, Claudia (Martha Higareda) aparece como la "víctima" ad hoc de una alma en pena que clama venganza. A diferencia de la obra maestra de Taboada, aquí nomás uno no logra empatizar con la mentada Andrea (digo sí está guapa, pero... !chale!). La sociópata y luego chismosa (Danny Perea), personaje que parecia iba a desarrollarse de una forma más "interesante", nunca despega, y acaba como una carícatura (lástima porque se me hace buena actríz). Bueno, dejemos en paz a las protagonistas. Pero, me cae que no es que me importen si algunas secuencias estuvieran inverosímiles; yo sólo quería que se explorara la cuestión del miedo y no se imitara -una vez más, como en Km 31 y anexas- la estética asiática del horror.


Tampoco es para que empecemos a acuñar un término o fórmula, tipo "a la mexicana", para "estipular" las vertientes que debe seguir el género de horror en nuestro país. Tenemos que aceptar que el imaginario colectivo (sea lo que esto signifique) tiene muy frescas las secuencias, tramas, actuaciones, utilería y otras "joyitas" de las películas de El Santo e, incluso, las del estilo Vacaciones de terror (mal pedo, ¿no?). Porque la neta si un cineasta quiere intelectualizar dicha corriente, tendría que aprender de los maestros, Roger Croman, Terence Fisher, Mario Bava o Darío Argento, por mencionar a algunos de los clásicos. O bien, si de hacer homenajes se trata, ahí están Tim Burton o Coppola -como señalé antes-. Pero si se quiere ser "original" (quien lo sepa que diga cómo), al tiempo que se toman prestadas múltiples referencias sin razón (porque eso de justificación es una mamada), el resultado sólo deambulará entre lo "incomprendido" y lo pretencioso; mientras espera que, tal vez, futuras generaciones lo conviertan en un filme de culto (muy a nuestro pesar).

Nota: el fuerte soplido del viento, elemento sustancial de la primera versión, no aparece mas que de manera circustancial.

martes, 9 de octubre de 2007

Algo nuevo





El tercer largometraje de Carlos Reygadas, el llamado enfant terrible del cine mexicano, presenta un contexto inusitado dentro de la cinematografía nacional -y tal vez hasta internacional-, en el género de la ficción. Desde el título mismo, que es originalmente Stellet licht (2007), traducido al español como Luz silenciosa, uno se extraña y predispone a que el filme trata de algo diferente de lo "normal".


Es así, que en está ocasión estamos lejos de ver el campo hidalguense de Japón (2002) o la caótica urbe de la ciudad de México, como en Batalla en el Cielo (2005) y, en su lugar, tenemos como escenario una comunidad menonita de Chihuahua. Aquí es donde un padre de familia lídia con un conflicto amoroso -y todo lo que ello implica-, pues la mujer en cuestión no es su esposa. Johan, el protagonista, se debate en una lucha que contradice sus creencias tanto morales como religiosas; mientras vemos cómo se desarrolla su vida diaria al interior de su propia casa, y con demás familiares y amigos.


Además, ahora no hay "cochinadas" por parte del cineasta -sexo con una anciana o entre dos personas obesas, felaciones gratuitas o chaquetas mentales-, sino que realmente existe una historia de amor (por mamón que suene). No es que crea que lo que hizo antes estuviera mal, salvo que, a veces, sí se excede en confrontar a la audiencia y, al parecer, olvida que no puedes saturar una cinta, como lo hizo en Batalla..., con reiteradas connotaciones a las diferencias de clase; o en Japón, con sus largos shots en travelling, como si fuera el sucesor "natural" del desaparecido maestro Andrei Tarkowski. En lo personal no vivo asqueado por la -patética- escena de coito con la señora del primer filme ni con los gordos haciendo lo suyo, en el segundo; aunque tal vez sí estoy desconcertado por otras cosas. Por lo que, de haber incluido alguna secuencia pretenciosa -sin justificación (sea lo que esto signifique)- en Luz silenciosa, habría caído de mi gracia.
"Esto que te está sucediendo es obra del maligno", dice el padre de Johan -quien además es un predicador-, a lo que su hijo responde: "creo que más bien es obra de Dios"; eso si no me falló mi paráfrasis. Ante la duda de haber encontrado en Marianne a su "mujer natural" como la llama Zacarías, un amigo del protagonista; el último continúa con su vida al lado de Esther, su esposa, y sin embargo no puede desprenderse de su "verdadero" amor.


En fin, en un tono antropológico, lejos de los documentales (díganse del Discovery o History Channel, y anexos), la deslumbrante propuesta visual de Reygadas mueve y conmueve (¡qué pedo!); mientras que su economía y austeridad de recursos histriónicos -los actores son gente del lugar- y narrativos, no resultan, en ningún momento, un impedimento para empatizar con el héroe y su disyuntiva. Asimismo, el hecho de que uno tenga formada una imagen de la vida de los menonitas, y piense que viven tan aislados del mundo y sólo producen quesos, se ve rebasado por las acciones -reitero- cotidianas, que vemos en pantalla.
Una vez más, el director ha roto con nuestros esquemas y, de paso, a algunos nos ha distanciado de los mitos; por lo que estamos, sin duda, ante algo nuevo en las salas de cine ¿mexicano, menonita o mundial?