A Candy colored clown

In Dreams - Roy OrbisonAcuff Rose and Opryland Music (BMI)Copyright 1963 Monument Record Corp. A candy colored clown they call the sandman/Tiptoes to my room everynight/Just to sprinkle stardust and to whisper/Go to sleep, everything is alright/I close my eyes then I drift away/Into the magic night I softly say/A silent prayer like dreamers do/Then I fall asleep to dream/My dreams of you/ In dreams I walk with you/In dreams I talk with you/In dreams you're mine/All of the time with you/Ever in dreams, in dreams/ But just before the dawn/I awake and find you're gone/I can't help it, I can't help it if I cry/I remember that you said goodbye/It's too bad that all these things/Can only happen in my dreams/Only in dreams/In beautiful dreams.

domingo, 20 de julio de 2008

El caballero oscuro, 'brand-new hero'


Ora sí que, como dijeron alguna vez, me quedé en "choc" (jajaja). Y es que Batman: el caballero de la noche, secuela del filme Batman inicia, el cual narra el ascenso del popular héroe, renacido -mas no recargado o revolucionado, como algún fiasco de hace unos años- luego del declive que tuvo la franquicia comandada por Tim Burton y entregada, para mal, a Joel Schumacher -y eso que éste no es un mal cineasta, pero uno nunca sabe-. That's just the way it is.

Así pues, el británico Christopher Nolan retoma las riendas del proyecto, al lado de sus coterráneos: Christian Bale, Gary Oldman y Sir Michael Caine. Asimismo, junto al veterano Morgan Freeman, se añade la presencia de Heath Ledger, magnífico e irreconocible; Maggie Gyllenhall, mejor actriz que Katie Holmes; Aaron Eckhart, consolidado; y el experimentado Eric Roberts, entre otros.

Tomando en cuenta este cast, uno se pregunta: ¿Qué podría salir mal? Al menos, para mí, nada, todavía. ¿Por qué? La cinta es genial. Nolan se ha apropiado del hombre murcielago. Es tan suyo que, casi casi, subsiste por sí sólo, en cuanto a la presente versión cinematográfica -y su antecesora- se refiere. En otras palabras, uno prácticamente se olvida de que el superhéroe de Ciudad Gótica ha surgido de las páginas de un legendario cómic. No obstante, por lo poco que sé, el espíritu de la saga escrita por Frank Miller en los ochenta, ahí está.

Por consiguiente, el crimen organizado coludido con las fuerzas de la ley da como resultado un ambiente similar a Sin City, úna de las obras más significativas de Miller. Ya desde Batman inicia se logró apreciar cuál era el enemigo a vencer. Más allá de tratarse de uno o más personajes, entiéndase villanos, Batman debía unir fuerzas con el entonces detective Gordon y la fiscalía, representada por Rachel Dawes, cuya presencia, en mi opinión, parecía corresponder a criterios meramente económicos (imagino a los productores: "¿y dónde está la chica sexy?").

Ahora bien, en The Dark Knight, título original de la peli, el aliado queda encarnado en la figura de Harvey Dent, fiscal de distrito emergido, igualmente, de las páginas de Batman, en sus distintas vertientes, en las que se le conoce como Two-Face (ya interpretado por Tommy Lee Jones en Batman eternamente). Aquí, la relevancia del personaje va más allá de simplemente incluir un villano en la lista -vicio propio de las adaptaciones de cómics al celuloide-; por el contrario, Dent se erige como una pieza esencial en la maquinaria cinemática y, desde luego, argumental, planteada por Nolan. ¿Cuál Nolan?
Lo anterior porque, en esta ocasión, no nada más interviene Christopher, pues el director de la aclamada -y bastante chingona- Amnesia participó, de nueva cuenta, con el guionista de esta indie: su hermano Johnathan. Ambos adaptaron una historia de el buen Chris y David S. Goyer, coautor de la primera entrega, quien se prepara su tercer largo: Thor (sí, el dios del trueno, versión Marvel).

Ufff....

Cabe señalar que, con el (super)héroe que han (re)creado -un caballero oscuro, eso de "...la noche" le queda muy corto-, los Nolan & Co. alcanzan niveles 'míticos' -neto-. Sólo que, si los viera, no sabría si rendirles tributo o ahorcarlos... (Chale). Luego de lo que ví, pienso que se han metido en camisa de once varas. La continuación promete ser excelente, aunque asimismo corre el riesgo de no llenar las expectativas, sumamente altas, de un servidor. Por el momento, no veo razón para ahorcarles. Confío en que no decepcionen al público y sigan con este enfoque tan personal e intimista, lejos de las complacencias, el pan de cada día en un Hollywood sin imaginación, sin auténticos héroes.

lunes, 14 de julio de 2008

¡Bravo, paisano! II


En definitiva, me sumo a quienes aplauden el trabajo de nuestro paisano. De hecho, antes de escribir, hace una o dos semanas leí aquello de que él era uno de los mejores realizadores de cine fantástico (excepto que, honestamente, no los imito; pues ora sí que me nace del corazón). ¡Qué le va a criticar un imberbe como yo! Lo que no me agrada no ha de ser negativo; además que pinche ocio eso de andarse fijando sólo en los defectos de una cinta, o a querer buscarles los negritos en el arroz.


Del Toro sabe contar una historia gracias a que conoce la técnica, misma que no lo es todo -dicen por ahí- , pero, sobre todo, debido a que ha demostrado ser un artista que cree en lo que hace. Es decir, de qué le serviría todo su capital cultural -que dicen es muy vasto-, si a sus filmes les faltara ese toque... ¿autoral? Y no sólo se trata de la historia en sí, sino también de la forma, la cual nunca subordina los elementos narrativos, por el contrario, se integra a estos. Algunos otros recurren a la faramalla de los efectos visuales, las persecucione y demás artilugios, con el fin de parchar sus carencias.


El director de El laberinto del fauno, por su parte, explota el género de aventuras, con acción trepidante, personajes con dilemas existenciales, identificación con los expectadores, etc., sin perder la brújula. Es capaz de referenciar al cine, a la literatura, la música y hasta a sí mismo, sin caer en la pedantería. En Hellboy 2, las citas de sus otras obras parecen encajar cual elemento orgánico que, intencionalmente o no, ha dado forma a su peculiar sello.


Así pues, el elegido para dar continuidad cinemática al universo de J.R.R. Tolkien, en la cinta el Hobbit, me queda a deber una sola cosa: una buena película mexicana de horror y... tá cabrón. El espinazo del Diablo fue originalmente concebida para ubicarse durante la Revolución, pero algunos pseudovisionarios -productores estatales y privados- no le dieron el apoyo. Asimismo, debido a causas que rebasan el cine, el realizador ha postergado indefinidamente la oportunidad de filmar en México. Anything else? Con la precuela de El Señor de los anillos -dividida en dos pelis- va a llevarse unos 3 años; y, desde hace tiempo trae en mente adaptar En las montañas de la locura, de H.P. Lovecraft (aunque está complicado que lo financien, dijo alguna vez).


Por lo que, para ver una historia más próxima a nuestra a cultura e indiosincracia (sea cual sea ésta), va a tardar. Mientras tanto, enhorabuena, paisano. Tu trabajo nos hace creer. No que "sí se puede" (tan choteado, en mal pedo), ya que se antoja difícil que todos los fans del horror la armemos en grande. Nos haces creer que existen trabajos que, tarde o temprano, rinden frutos, y que los artistas no sólo nacen, pues también se hacen.


Nota: los de la clase de traducción perdonen mis aliteraciones fortuitas e intencionales, así como mi sintaxis confusa (jajaja).

sábado, 12 de julio de 2008

!Bravo, paisano! I

Con Hellboy 2: el ejército dorado, Gillermo del Toro se consolida, en definitiva, como un chingón -así sin más-. Y es que, digan lo que digan, más que ser un mexicano en Hollywood, el tapatio se ha convertido en uno de los mejores cineastas del género fantástico a nivel mundial. Que no lo reclamen los altos funcinarios de la industria cinematográfica mexicana y conexas (incluyendo politiquillos y pseudointelectuales) como "uno de los nuestros", pues, en este rubro, casi casi él es, lo que llaman, un self-made man.

Me pregunto, a veces, si no somos muy complacientes con lo que Del Toro realiza, es decir, ¿Lo juzgamos -condescendientemente- más por haber sobresalido fuera de las fronteras de México que por su cine? En lo personal, Blade II me gustó más la segunda vez que la vi, pero, eso sí, no me sorprendió tanto como su antecesora. Tal vez esperaba algo mucho más cabrón -que en términos de acción sin duda ocurre- con respecto al argumento; algo tan revelador como lo fue la primera entrega de la trilogía. No ocurrió así y, sin embargo, dejó un buen sabor de boca (¿sería por la sangre?). Al fin y al cabo, tan sólo se trató, como él mismo ha referido en un varias ocasiones, de un encargo.

Luego, Hellboy, me pareció bastante pasable, sin colocarlo en el pódium, como sí lo hicieron muchos medios nacionales. Ahora bien, recientemente, el también artífice de La invención de Cronos ha admitido haber cometido uno que otro traspié debido a su entusiasmo y novatez en lo concerniente a la adaptación/traslación a la pantalla grande de un personaje surgido de las páginas de un cómic, así como otros detalles por el estilo.

Mientras que en la primera parte conocimos a los protagonistas del universo de Hellboy -incluyéndolo a él-, en la secuela, estamos más que compenetrados en el papel de nuestro héroe. Así resumiría el debut: buenos actores, personajes interesantes, una historia bien contada; aunque... la neta no me convertí en su fan. Hubo autocomplacencia, como lo hay en la cotinuación, seguro. Todos los autores la profesan; esto es, hasta cierto punto, su derecho, ¿no? El rollo que intrigaba tiene que ver, a fin de cuentas, con este fervor que los paisanos profesamos hacia los coterráneos que producen filmes en las grandes ligas (Iñárritu, Cuarón, Arriaga, etc.) sin cuestionarlos, sin una auténtica crítica de por medio.

sábado, 24 de mayo de 2008

'It's better than safe. It's death proof'


Exhibida con unas pocas copias en el D.F., partida en dos, y luego de más de un año de espera, llega la primera parte del díptico Grindhouse, A prueba de muerte, (Death Proof, 2007). Dirigida por Quentin Tarantino, la cinta homenajea a aquellas otras que se producían en la década de los setenta con un presupuesto paupérrimo, por decir lo menos, y cuyas tramas, actuaciones y efectos especiales rayaban en el absurdo; aunque, sin duda, cumplían con su función de entretener, con sexo, violencia y toda clase de excesos, a un público ávido de asistir a los autocinemas de los E.U.A.

Se apagan las luces y aparece la advertencia que señala los errores del filme -primordialmente los de audio e imagen- como intencionales, únicamente refiriéndose a la recreación de la época mencionada líneas arriba mas no a todo el contexto -al menos aquí en México- . Así inicia el viaje.

Luego, lo que uno ve en pantalla es por demás reconocible y apabullante. Primero, la situación típica en la que un grupo de atractivas jóvenes se dirigen hacia un lugar de descanso -en el camino, habrá tipos calenturientos, flirteo, alcohol, cigarros, mota y momentos chuscos-. Segundo, un tipo raro (aunque para quien subtituló "funny" significa más bien "divertido"), llamado Stuntman Mike, un presunto doble de riesgo (stuntman), acecha a sus presas. Tercero, hay muerte y sangre. Finalmente, una confrontación definitiva, y el círculo se cierra.

Tarantino es, desde luego, un cineasta hecho y derecho. Sin embargo, me sigue pareciendo autocomplaciente. Sé que David Lynch también lo es, pero tanto su uso de lo abstracto, así como sus temáticas me han llevado a pasar por alto su fetichismo, o bien, regocijarme con el mismo. Además, creo que el también director de Tiempos Violentos (Pulp Fiction, 1994) ha flaqueado en sus últimas películas, cuando se trata de imprimir cambios de ritmo. Ya había yo apreciado, en Kill Bill vol. 1 (2003), un declive en la secuencia donde The Bride (la guapísima Uma Thurman) cercena a los vándalos caracterizados como Kato. Sinceramente daba igual que, al irse del color al blanco y negro, se cargara a otros cien o doscientos -muy al estilo Matrix: (sobre)recargado (2003), donde la animación CGI de Neo despacha a chingocientos Agentes Smith.

Por estás razones, la primera mitad camina de poca madre. Tarantino ha sabido cómo poner ingeniosos diálogos en boca de personajes grandilocuentes que, al mismo tiempo, encarnan el verosímil de la posmodernidad (¿?). Es decir, las chicas frívolas de Death Proof se rigen por un código ético y moral que va más allá de ir a buscar el revolcón con algún güey y después rasgarse las vestiduras por ello. Al igual que sus gángsters y mercenarios-samurái, las chicas tarantinescas se forman una identidad externa a los esteréotipos; pese a que ellas deambulen por el territorio de los clichés -la diva de la radio local tejana, la stuntwoman que busca vivir una experiencia de película, etc.-.

Lo anterior se desarrolla en medio de una narración esquizofrénica y, como lo dije, producto de la autocomplacencia, misma que, años atrás, llevó al realizador a extender a dos partes las andanzas de Beatrix Kido, en la cacería y ejecución de sus mortíferos enemigos, antes compañeros de equipo, en la saga Kill Bill. Autocomplacencia que, además, lo lleva citarse a sí mismo: el ring tone del famoso silbidito en el celular de Abby (Rosario Dawson), en Death Proof. Por consiguiente, se le hizo fácil truquear la estética visual de este último filme, y trasladarnos a una segunda mitad con menos errores de continuidad deliberados -Stuntman Mike toma fotos cuando el lente la cámara está tapado-. O bien, metaficcionaliza para conseguir un efecto contrario -una stuntwoman se actúa así misma y nos da referencias sobre las grandes persecuciones automovilísticas en la historia del cine de la serie B estadounidense-.

Así, con todo y sus altibajos, bien vale la pena ir a la sala oscura y disfrutar de hora y media de pasajes cargados de humor negro -nunca volveré a escuchar igual la rola "Hold Tight" de la agrupación británica Dave Dee, Dozy, Beaky, Mick & Tich-; chicas guapas en peligro -pidéndolo a gritos-; un psicópata fracasado -loser, vaya-; un sheriff desenfadado -Michael Parks, tan genial como su personaje de Jean Renault en el serial televisivo lynchiano Twin Peaks (1990-1991)-; y mucho más. Pues, definitivamente, el fuerte del buen Quentin no es la cohesión de sus argumentos -a veces da la impresión de justificarse so pretexto de imitar un churro-, lo suyo, lo suyo, es hacer cine a prueba de muerte.

Pese a las críticas negativas, Death Proof, sin duda, ocupa ya un sitio en el pódium de los filmes clásicos posmodernos de comienzos de siglo. ¿Quién soy yo para señalar algo así? No lo sé. Ahora, resta esperar a ver Planeta Terror (Planet Terror, 2007), segunda parte de Grindhouse, donde Robert Rodríguez expone su versión cinemática sobre una plaga de zombis canibales, confrontados por un chicano, como dirían por ahí, "que es bien cabrón", y una striper artillera y, claro, sexy (O yeah!).

viernes, 16 de mayo de 2008

El arte por el arte


Luego del agridulce sabor de boca que me había dejado Gus Van Sant, con Elefante (Elephant, 2003), debo decir que me ha vuelto a atraer su propuesta cinematográfica. Esta ocasión, la cinta responsable se titula Paranoid Park, que, gracias a Dios, no la bautizaron en México como El secreto del parque de patinetos parias (además, la Toña, mi maestra de traducción, los cagaría por las cacofónicas "p's") y conservaron, muy acertadamente, el nombre original.


De nueva cuenta, el realizador estadounidense elige distanciarse de las convenciones narrativas tradicionales, lo cual le viene muy bien a la historia. Es decir, no utiliza el recurso del flashback o el flashforward sólo para mostrarnos cómo ha mejorado su técnica -y de hecho se nota que, efectivamente, así es-; por el contrario, si la trama de algún filme debía de tejerse cómo lo hizo el cineasta, ésa es la de Paranoid Park, basada en una novela de Blake Nelson, la cual no conozco y no sé cómo esté contada -si de atrás pa delante, de enmedio hacia los lados, etc.



Así pues, lo único que uno sabe de entrada es que un guardia de seguridad murió de una forma por demás espantosa, en una vía del tren muy cercana al parque clandestino de skateboarders rudos y talentosos, llamado como la película y, desde luego, el libro. Asimismo, sabemos que el protagonista, involucrado en el trágico suceso, lleva por nombre Alex, adolescente cuyos padres enfrentan un difícil proceso de divorcio, que lo afecta gravemente a él, pero más a su hermano menor. De hecho, Alex es sospechoso, él estuvo en Paranoid Park y sabe lo que realmente ocurrió, aunque esto nos lo dice su narración en off: sus palabras escritas en una suerte de diario que, para ser más precisos, deberíamos llamarlo, confesionario.


En el trayecto, uno llega a conocer, asimismo, a Jared, el valedor de Alex; a Jennifer, la novia frivola y mamona del protgagónico; así como a un mosaico de personajes pintorescos, sin rayar en lo paródico. Por ejemplo, el detective Richard Lu, el representante de la ley, quien reacciona como 'un policía debe ser' -parafraseando a uno de los chicos de la prepa de Alex-; o Mavy, la amiga buena onda, de esas que siempre te escuchan -y neto sí existen-. De nueva cuenta, Van Sant opta por trabajar con actores no profesionales, y aquí le salió bien. No obstante, la interpretación de la teenager en el papel de la ya mencionada Jennifer siempre está en la tablita de restarle verosimilitud por su pose sumamente estereotipada (los fans del también director de Drugstore Cowboy, 2007, dirían: "es que está justificado"; tal vez me calle y les de el avión-jajaja-).


Además, hubo momentos en los que la cámara lenta estuvo a punto de sacarme de quicio; pero, no fue así. Tomando en cuenta que, si bien el espectador no está completamente dentro de la psique de Alex, dicho recurso sí subraya su estado emocional. Entre el cómo le haré; o bien, el qué chingados hice. Entonces, el encuentro de Alex con un valemadres que lo invita a treparse de al tren y a echar unas chelas, se convierte en pieza fundamental del rompecabezas cinemático.


Sin duda, con Paranoid Park, el polémico realizador no pecó de pretencioso. Recuerdo que, acerca de Elefante, un periodísta mexicano lo defendía so pretexto de que al no explicar porqué pasan las cosas, sino que al mostrar que simplemente pasan, Van Sant molestaba a las audiencias más conservadoras (éstas no son sus palabras precisas, pero sí la idea). A título personal, no creo ser un cerrado -ni haberlo sido encuando la ví en 2004-; sin embargo, esperaba un mayor desarrollo de personajes (sí, ya sé, no eran actores profesionales, bla, bla...); o, al menos, un planteamiento más arriesgado sobre porqué un par de estudiantes compra armas de fuego, asesina a sus compañeros y luego se suicidan.


Lo que sí sé es que, para mostrar lo que pasa, la mejor opción es tomar la Handycam y no editar ni posproducir de alguna otra forma. Si quiero acercarme al hecho y profundizar en los detalles, a fin de informar, hago un reportaje. Y, si deseo utilizar el cine para politizar -lo cual no tiene nada de malo- o explorar otras cuestiones que giran alrededor del clima de violencia al interior de la cultura gringa, la opción yace en la producción de un documental, como el excelente Masacre en Columbine (Bowling for Columbine, 2004), del también polémico, antiBush y lo que se le parezca, Michael Moore. Considero que, si se crea una ficción, es porque la realidad, o lo más cercano a ésta, no me dice gran cosa o no me permite reflexionar a otro nivel. Por esta razón, el arte seguirá siendo arte; y, en el caso particular del cine o el drama, una mera imitación de la realidad no un reflejo o copia de las misma.

jueves, 13 de marzo de 2008

Ésta sí promete y cumple


Si bien no podría considerarse la mejor película de David Cronenberg, a quien había calificado de auteur -hace unos ocho meses en este espacio-, Promesas peligrosas (Eastern Promises, 2007) ocupará, indiscutiblemente, un lugar privilegiado dentro de la filmografía del realizador canadiense. De hecho me resultaría bastante díficil señalar cuál es su mejor cinta. ¿Bajo qué criterio podría hacerlo? Dado que en cada una de sus incursiones nos deja el sabor de haber visto algo "extraño", freaky. Esta ocasión, pese a lo engañosamente convencional del argumento, no es la excepción, pues el también director de La mosca (The Fly, 1986) ha coseguido sorprender con una historia de la condición humana, en la que los mostruos no se ven como mutantes, sino como personas de carne y hueso.

Además, pareciera como si el papel de los marginados seres telepáticos de Scanners (1980), ahora lo tomaran los inmigrantes de Europa del este, quienes habitan el otro Londres, oculto bajo la flema británica (en sentido literal y figurado). Esto, gracias a el guión original de Steven Knight, quien también escribió la polémica Dirty Pretty Things (Stephen Frears, 2002), donde el asunto era el tráfico de órganos extraidos a los trabajadores ilegales de la capital inglesa. Aquí, Knight se fue hasta la raíz, por así decirlo, la mafia rusa y la importación de esclavas sexuales -entre otras actividades ilícitas-.


Dentro de tal contexto, Anna (la guapísima Naomi Watts), una partera de ascendencia soviética, se topa con la gente equivocada, incluyendo al maniáco hijo de un alto jefe criminal, Kiril (Vincent Cassel, extraordinario), y a Nikolai (Vigo Mortensen, sumamente versátil), su chofer asimismo 'enterrador' en horas extras. ¿Qué se puede esperar de dicho cruce de caminos? Una historia violenta, sí; mas no como el filme homónimo (A History of Violence, 2005), con el que Cronenberg fue inflado por algunos críticos del séptimo arte. No, aunque reaparezca el mismo actor protagónico y el ambiente hóstil guarde claras reminiscencias.


Así, lejos del melodrama "de a tres pesos hollywodenses", el aclamado cineasta nos transporta, valiéndose de su peculiar estilo, crudo y directo, a un lugar que yace bajo la superficie cosmopolita y al que se nos dificulta llegar, sin importar cuánto excavemos. Por lo que, ante la imposiblidad de develar totalmente las motivaciones y acciones de los personajes cuya calidad intrínseca los hace más que interesantes, el espectador no tiene otra opción salvo la de maravillarse y convencerse de que nuestros valores como seres humanos pueden emerger aun en medio de la tempestad.

miércoles, 12 de marzo de 2008

Fleetwood Mac - Dreams

'Have you any dreams youd like to sell?
Dreams of loneliness...
Like a heartbeat... drives you mad...
In the stillness of remembering what you had...
And what you lost...
And what you had...
And what you lost...'

Así cantaba -y hace poco volvió a hacerlo en la versión de Deep Dish- la bella y talentosa Stevie Nicks, quien también es la compositora del tema, con algunos años y drogas menos. Corría el año 1977, yo todavía ni estaba en planes y, sin embargo, las cosas buenas perduran; por lo que he disfrutado de tan excelente canción, cuyo video oríginal encontré gracias al avance tecnológico de hoy en día.

miércoles, 27 de febrero de 2008

Gene Loves Jezebel - Josephina




En los comienzos de MTV Latino, éste era uno de mis videos preferidos aunque no tuviera NPI de la lírica. Ahora descubro y confirmo que ambos componentes son, a mi parecer, excelentes -dejémoslo en 'sui generis' para no generar polémica-. Ya unos 8 o 10 años después supe que la banda la formaban dos hermanos oriundos de Manchester (dato del équipo de la extinta Rock 101).

lunes, 25 de febrero de 2008

Habrá sangre II



Plainview viene a ser un empresario cuyo carácter lo mantiene ocupado personamente de su negocio, la extracción de petróleo. No lo amedrenta ni el poder que detentan sus competidores ni el de la Iglesia de la tercera revelación -suerte de Newborn Christians-, guiada por Eli Sunday. ¿Por qué habrían de detenerlo? Él ha luchado por ganarse la vida y en el camino se ha valido de sólo él sabe qué medios. Ya el espectador lo irá develando conforme se desarrollen los (sus) conflictos.


Cabe señalar que los asistentes a la función de estreno (en el FICCO) reían, como dirían por ahí, "desternilladamente", cuando más bien, el planteamiento de la cinta -en mi opinión- marca la pauta en el sentido de el que ríe al último ríe mejor. Pues ahora sí que cada quien. Con todo y que Day-Lewis comentó en entrevista que al haber leído el guión encontró que la historia era una comedia, una cosa es la literalidad y otra, muy diferente, la construcción del personaje. Y justamente este punto me pone a pensar si ahí (sub)yacen elementos que nos conducen, no al meollo del asunto, sino a una mejor apreciación del estilo narrativo de Anderson.


Dado que el guión es un script -y así se le conoce en el medio- de carácter técnico que permite al realizador y al equipo de producción, incluidos los actores, visualizar el filme; el intérprete no lee un cuento o novela. En el papel -literalmente- el producto final todavía no está terminado, ni posee un valor literario per se. Así que dudo que mis compañeros de la sala oscura hayan localizado el subtexto de la obra, saltándose del celuloide a la tensión dramática, en un sólo paso.

viernes, 22 de febrero de 2008

Habrá sangre I

Me declaro culpable tanto de ser fan de los filmes de P.T.Anderson, como de no haber visto su ópera prima a consecuencia del título maniqueo con el que se anunciaba en el canal Multicinema: Juego, prostitución y muerte (Sydney, 1996) . Y, aun así, me ha maravillado desde Boggie Nights (1997) aquí bautizada como Juegos de placer, pasando por la magnífica Magnolia (1999) y culminando con la excelente Embriagado de amor (Punch-Drunk Love, 2002).


Anderson es poseedor de un estilo megalómano que recuerda a Stone, Scorsese y Coppola, al tiempo que lo acerca al del fallecido Robert Altman -de hecho figuró como el elegido en caso de que éste no terminara la filmación de Noches mágicas de radio (A Prairie Home Companion, 2006)-, entre otras cuestiones por su capacidad para manejar una variedad de personajes y entretejer sus historias en una sola, sin la necesidad de utilizar un choque o un accidente similar (tipo el binomio Arriaga-Iñárritu).


Transitando a medio camino entre la independencia creativa y haciendo uso -muy bueno- de los presupuestos de la Meca del Cine, el realizador demuestra en Petróleo sangriento (There Will Be Blood, 2007) que no lo amedrenta el cargar sobre sus hombros una épica o alegoría, la cual puede ser vista desde ambas perspectivas o, bien, desde ninguna, y seguir funcionando como una muy buena pieza cinemática. Ya desde el trailer mismo, uno puede inferir que está frente a una historia que promete, además de que no revela mucho de la trama. ¿O sí? Lo anterior tomando en cuenta que, en parte por el desfase entre el estreno en E.U. y el de México, algunas publicaciones ya han elaborado sinopsis y expresado críticas -por demás favorables- acerca de la propuesta fílmica.

Así, la creación, del ahora experimentado cineasta, ha sido interpretada como una alegoría de cómo se formó la nación más poderosa del mundo, narrada a lo largo de dos horas y media. Lo que en buena medida es cierto. Sin embargo, con ello estaríamos limitando la esfera de acción humana que recae en personaje principal, Daniel Plainview (apellido que guarda gran significado con lo que vemos en pantalla), magistralmente interpretado por Daniel Day-Lewis. Luego entonces, más allá de contar la historia de una país, valiéndose de una épica, lo que encontramos es una película sobre un hombre solo, la cual apreciamos desde una perspectiva que, aparentemente, carece de mediaciones artificiosas, o, mejor dicho, artificiales.

domingo, 10 de febrero de 2008

'Just for freaks'


Existimos espectadores a quienes no nos late eso de los musicales. Tal vez se deba a que todavía guardamos en nuestro inconsciente aquellas películas de dicho género, cuyas historias eran bastante noñas, como Mary Poppins (vista en programa doble en el Cine Continental). O simplemente tanta felicidad nos empalagaba (gracias, Walt Disney Pictures). Asimismo, hemos visto transmitidos por la televisión a los filmes clásicos en blanco y negro e inmediatamente pensabamos que como no tenían colores, pues daban hueva.


Sin duda, el gusto se rompe en géneros y las cosas o nos gustan o no nos gustan (a fuerzas ni los zapatos entran). Por ejemplo, ¿por qué tendríamos que apoyar al cine mexicano, sólo por tratarse de lo que el país produce? Cuando lo mejor sería sí apoyar al cine hecho en México, pero al de calidad. Mejor dicho a los talentos de la industria -no los hechos por los grandes corporativos-. Además, las preferencias y los criterios que marcan nuestras preferencias, se van puliendo con el pasó del tiempo, aunado a lo que Bourdieu llamó "Capital Cultural". Por lo tanto, puede ocurrir que algo que no entendieramos o juzgamos a la ligera en el pasado o el presente, tenga una revaloración simbólica en algún otro punto de nuestras vidas.


Hasta la fecha no soy fan de las películas musicales. Incluso un ejemplo canónico como Amor sin Barreras (West Side Story, 1961), de Robinns y Wise, me parece una cinta bien hecha pero prescindible en mi colección. Mientras que Bailando en la oscuridad (Dancer in the Dark, 2000), de Von Trier, y su propuesta salpicada del movimiento Dogma 95, pese a ser una sátira, parodia u lo que sea en mal pedo del American Dream -excelentemente llevada al extremo-, no deja de ser tan sólo un ejercicio acertado del cine de autor contempóráneo. Y qué decir de Moulin Rouge! , 2001), la cual cuenta con la grata de la bella Nicole Kidman, con su forma netamente "neobarroca", diría Calabresse.


No obstante, cuando uno se entera de que los involucrados son Tim Burton, Johnny Deep -su llamado alter ego o actor fetiche si se prefiere-, y a ellos le sumamos la ecuación: Sweeney Todd+sangre+obra musical adaptada al celuloide+bitterness+unhapinness+lo que se nos venga a la mente, el resultado no puede ser otra cosa que, de menos, algo digno de verse.


Así, Sweeney Todd: el barbero demoniaco de la calle Fleet (Sweeney Todd: The Demon Barber of Fleet Street, 2007) llega a la pantalla grande como un desfile de venganza, navajas, yugulares rebanadas, humor negro, tragedia y tartas de carne humana, cortesía de la viuda Lovett (Helena Bonham-Carter, increible). Luego de fiascos como El Planeta de los simios (Planet of the Apes, 2001), Burton se levantó bajita la mano. Primero nos regaló una gran historia con El gran pez (The Big Fish, 2003), después nos endulzó con Charlie y la fábrica de chocolates (Charlie and the Chocolate Factory, 2005) y, finalmente, volvió a la oscura pero vívida animación tipo El extraño mundo de Jack (Tim Burton's The Nightmare Before Christmass, 1993), de Henry Selick -creo que el único dvd que tengo, el cual encajaría en músical- , con El cadáver de la novia (Corpse Bride, 2005).


Y no es que el californiano deba ser reverenciado como un artista que ha alcanzado la cumbre de su carrera, no. No hace mucho, en una importante publicación de cine en México, se comentó que en sus cintas la forma se superponía al contenido argumental. Tal vez eso sea cierto, pero, después de todo, nadie es perfecto, ¿no creen? Sus personajes freaks cobran protagonismo simplemente al verlos, lo mismo sus escenarios salidos de una fábrica de sueños. Ambos factores nos han deleitado a más de uno y quizás por eso no somos capaces de, parafraseando a los profesores de la fac, tomar una greater critical distance (jajaja), y dejar hablar a nuestra propia voz. Afortunadamente no fui a verla con intenciones de hacer un análisis fílmico (¡qué hueva!). Si fuera una necesidad para mi formación profesional o lllegan a pagarme por hacerlo, otro gallo cantará.


Esta vez no hubo teenagers en la sala, mas que un trio (con credencial de elector supongo), una de ellas al terminar la función exclamó: "¡qué fea película!". "Ya nada más faltó que todos se pararan a bailar", dijo un fresa", y una de sus acompañantes, vía teléfono celular, manifestó "vi la de Johnny Deep. Está horrible. No la veas". Me queda la duda si sabían que era un músical, que había estado en Broadway; o si tenían la idea del cine de Burton, del orígen del personaje, de que la sangre salpicaría las escenas -mercilessly-; o, si sencillamente, deseaban ver algo más digerible (también se vale, ¿no? Tan caro que es el boleto, para salir decepcionado).


En fin, hay una versión de Sweeney Todd que no es musical, estelarizada por Ray Winston -magnífico histrión británico, digitalizado recientemente como el atlético Beowulf- y producida por la BBC. Yo la renté en Blockbuster y no me decepcionó. Asimismo, han habido otras producciones desde la época del cine silente, sobresaliendo una hecha por la televisión gabacha allá en 1982, la cual también se basa en la pieza musical de Stephen Sondheim.


P.D. Considero pertinente reconocer la labor del guionista John Logan, ya que algunos díficilmente entienden -y a otros se nos llega a olvidar- que las buenas películas cuentan, asimismo, con una buena columna vertebral, es decir, una buena narrativa.

domingo, 3 de febrero de 2008

Peter Murphy - Cuts You Up

"¿A poco ese güey sabe quién es Peter Murphy?", me preguntó sorprendido mi amigo Beto, el Reno, luego de que acompañé a Pepé, el caballo, a comprar "cintas", como el les llamaba, allá en el tianguis de Balderas. Sabía un poco -lo suficiente-, por lo que le aconsejé que mejor comprara el recopilado de hits del cantautor inglés, ex líder de Bauhaus. Y al menos ésta, del álbum 'Deep', de 1990, sí la conocía.
"Those were the nineties, men!"

miércoles, 30 de enero de 2008

Lo de hoy

Ha sido ampliamente discutido que el cine y la literatura de horror/terror son una suerte de vehículos para abordar temas sociales, espirituales, existenciales, etc. De modo que, a pesar de los detractores del género en cuestión, siempre habrán (gracias a Dios) escritores y cineastas que busquen audiencias que demanden algo más que el simple entretenimiento en sí. Por lo tanto, la presente temporada resulta más que propicia para explorar dos filmes de la oferta cinematográfica y su propuesta en materia de horror/terror.

Ahí está La posesión (Requiem, 2006), cinta alemana que ficcionaliza un suceso real, el de una joven alemana que decía estar poseida por demonios, allá en los setenta. Contemporánea de dicho film, y de factura hollywodense, El exorcismo de Emily Rose (Scott Derrickson, 2005), con una propuesta bastante inteligente, vino a cuestionarnos como hombres y mujeres "(pos)modernos". Dado que plantea un debate en torno a las doctrinas teológica y científica, es decir, el exorcismo ayudó a la chica en su ascención al Cielo o simplemente, su ignoracia -y la de los que la rodeaban- la mató; mientras que, por otra parte, se nos pregunta si la psiquiatría era su verdadera salvación o sólo un martirio para alargar su pena. En suma: existen los demonios o son una vuelta al más puro primitivismo.

En Requiem, el director, Hans-Christian Schmidt, opta por tomar distancia del hecho sobrenatural e incluso del médico y, en cambio, decide explorar el aspecto humano en la protagonista, es decir a su persona(je), a quien vemos de fuera, sin un sólo monólogo interior que nos lleve a asentir si está poseída o no. Así que observamos a la cándida Micaela desde que deja a su castrosa madre en casa, gracias al apoyo de su padre, pasando por las relaciones que entabla con su amiga y novio en la universidad, respectivamente. Tales referencias deberían de alejar de las salas al público que espera ver El exorcista 30 años después, o bien hacerse de nuevos adeptos al terror psicológico en atmosferas que van de lo gótico -que a los teutones se les da bastante bien- a la tragedia moderna. Lo anterior, en un tour de force que va marcando a las sociedades de la provincia y la ciudad; lo privado y lo público; la religión y su praxis, etc., y el shock que esto puede producir en los seres humanos. Lamentablemente, me he dado cuenta que la mayoría de los espectadores que se acercan al filme pertenecen al primer grupo; además en el tianguis de por acá (Av. Sta. Ursula) vi que la vendían como una más de terror, así que lo peor serán esos comentarios del tipo "¿y luego?", siendo que ese no es el punto (si es que existe uno solo).

Por otra parte, se está anunciando en los canales de Televisa, "El orfanato, una película de Guillermo Del Toro"; que de hecho está producida por él, pero no es ni guión ni realización suya, pese a que tiene todo su toque (pus quién pone el varo, ¿verdad?). Aquí sí hay fantasmas, salvo que también habitan en la mente de la heroína, que intenta salvar a su hijo adoptado e infectado de VIH, para lo que lleva a cabo una suerte de ritual -metafóricamente hablando- de vuelta a la infancia. Laura adquiere la antigua casona, que fue el orfanato donde ella vivió su infancia y ahora intenta crear un pequeño centro de ayuda para "niños con problemas".
Tomando mis "precauciones" asistí a la función de las 12 del día, y ni así faltaron los niños que entraron acompañados de un adulto -esperando gritar y asustar a us amiguit@s-, cuando no es una cinta para niños, más allá de lo violento de algunas secuencias, los temas planteados por el realizador, Juan Antonio Bayona, resultan complejos para digerirse - y hace falta una buena memoria audiovisual-. Apoyado en el inteligente guión de Sergio G. Sánchez, las vueltas de tuerca sorprenden a un nivel que va más allá del epílogo convencional. Sin embargo, la audiencia espera otra cosa (no sabe qué o, mejor dicho, por qué, sólo que le late o no), lo entiendo de los churros como Hasta el viento tiene miedo, 2007; pero hay que ver que no todo tiene que desarrollarse y culminar en mero entretenimiento light.
Además de los filmes en cuestión, creo, lo más rescatable es que uno puede darse cuenta que no todo el cine de horror/terror, con toques de misterio y otros géneros, es para el mismo público. Por eso deberíamos de olvidarnos de esas clasificaciones absurdas que degradan al género/subgénero u lo que sea, en vez de ir al cine como si consumieramos medicamentos genéricos intercambiables, pues no siempre hallaremos lo mismo en el botiquín.

jueves, 24 de enero de 2008

Red Hot Chilli Peppers - Higher Ground

Soy setentero, por meses, ochentero, por formación e infancia, y noventero, por adolescencia. La verdad es que del 96 a la fecha he adquirido poca música actual. La piratería no estaba tan al alcance -y qué decir de las descargas de Internet-, así que cuando había varo, me parecía mejor invertirla en un clásico.

Éste es el primer video publicado aquí, que ya le pega al 90. No obstante, la rola es un cover de aquella interpretada por Stevie Wonder (creo que en los 70s).

sábado, 19 de enero de 2008

Señoras y señores, queda con ustedes: El 'Western'


Me había quedado la espinita de no haber podido escribir sobre El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford (The Assasination of Jesse James by the Coward Robert Ford, 2007), de Andrew Dominik. Entre otras cuestiones quería llegar a mencionar a la también esperada -que de hecho ya había pasado por la cartelera comercial mexicana, sin pena ni gloria, y sin que yo la viera- Misión peligrosa (3:10 to Yuma), de James Mangold, remake de una cinta clásica de los años cincuenta, basada en un cuento de Elmore Leonard, autor de la novela Rum Punch (llevada a la pantalla grande por Tarantino, en 1997, como Jackie Brown, la estafa ). Si en la cinta de Dominik nos quedó claro que todavía hay western después de Los imperdonables (1992), de Eastwood; con el filme de Mangold, comprobamos que las buenas historias siguen siendo rentables, siempre y cuando estén bien dirigidas, actuadas, cinefotografíadas, etc, etc.




En El asesinato..., adaptada de la novela homónima de Ron Hansen, observamos una deconstrucción del mito a través de la caracterización de un bandolero convertido por los novelistas populares en héroe: Jesse James, quien tiene que lidiar no sólo con su nombre sino también con el hecho de enfrentar la decadencia de su pandilla -y de sí mismo-, situación altamente propicia para la traición y, claro, el despertar del miedo. Un hombre, en apariencia común y corriente, Robert Ford, sobrevive a la leyenda; pero lo hace a un precio muy muy alto. Ford pasó a la historia como el cobarde que acabó con la romántica figura de un hombre, cuyo nombre no puede disociarse del mito del forajido y, por supuesto, de la historia del Medio Oeste americano -sino es que de todo el país.




De modo que la mayor parte del tiempo, la película es apreciada desde la perpectiva del joven Ford, de quien no se sabe en qué momento la idolatría por Jesse no es más que un disfraz de una persona por demás inteligente en relación al "bandolero promedio" (sea lo que eso signifique). Por lo tanto, es como si el cobarde, siendo el más cuerdo de todos, develara a James el personaje para mostrárnoslo como un hombre de carne y hueso, que, a fin de cuentas, solía ser un tipo ruín, en ocasiones (vivir en las condiciones de la pos- Guerra Civil debe haber sido muy cabrón y ser el líder de una banda, peor), y un cariñoso esposo y padre, en otras.



Por otra parte, en Misión Peligrosa (mas no imposible), el ranchero, lisiado durante la Guerra Civil, Dan Evans, se ofrece a viajar con la comisión que traslada al bandolero Ben Wade al tren que pasa alrededor de las 3:10 por el pueblo de Contention, con destino a la prisión de Yuma. Evans ha enfrentado su díficil condición social defendiendo sus tierras del terrateniente, buitre capitalista -mal pedo- de la región; además de que tiene que lidiar con un hijo adolescente -rebelde admirador de Wade- y una esposa condescendiente ("salió verso sin esfuerzo"). Wade, mientras tanto, es un paria que, no obstante, muestra lealtad y ciertos valores que nos llevan a empatizar con él.


Como resultado, la acción es trepidante, sin caer en las secuencias tipo Piratas del Caribe (más para la familia), y vaya que si luce el paisaje. Definitivamente el Western, que nació siendo cinematográfico, así permanecerá. Asimismo, me atrevería a decir que es el género donde corre más testosterona, pues las mujeres siguen interpretando papeles secundarios, muy buenos por cierto. Lo anterior, aunado a la infaltable presencia de asesinos desalmados y cazadores de recompensas, viene a inyectar vigor a este tipo de filmes tal y como lo hizo la australiana-británica Propuesta de muerte (The Proposition, 2005), escrita por el músico Nick Cave y protagonizada, como dicen por ahí, "por puro cabrón": Ray Winstone, Guy Pearce, John Hurt y Danny Huston.



Qué bueno que programaron ambas cintas en la Cineteca. Así pude ver Misión..., como se debe, on the silver screen.