
El canadiense David Cronenberg es uno de los pocos realizadores que pueden decir que su cine es de auteur, aun si se ha visto en tratos con Hollywood. Y la verdad es que últimamente anda muy, no sé, ¿inflado? o mejor dicho sus cintas como Una Historia Violenta, que por más que le rasquen, sí, está pasable, pero nomás. Tal parece ser que con ver a Vigo Mortenssen en acción, a la fría y bella María Bello, y a un resucitado William Hurt es motivo suficiente para descoserse en adulaciones para una historia sencilla. En fin, de entre el baúl de curiosidades "orgánicas" descubrí Scanners (1980), algo así como la precuela de Videodrome (1983). Y para ser sincero me gustó un chingo, no importa que en su momento Roger Ebert haya dicho que sus personajes carecen de profundidad -porque es cierto- y que la trama era lo más relevante -pues también-, ya que tiene razón; mas no por eso deja de ser una joyita "cronenberiana" con los temas que tan magistralmente explora el maestro del horror. Al igual que en Videodrome, hay una corporación que realiza estudios sobre fenómenos, en este caso telepáticos, y que está interesada en reclutar a los scanners: personas con habilidades que les permitan ingresar en otros sistemas nerviosos o neurológicos (mentes). El principal interesado es un doctor de nombre Ruth que acaba de agregar a sus filas a Cameron Vale, un vagabundo, el cual le ayudará a acabar con la red de renegados comandados por el maléfico Darryl Revok (ay!, qué mamón). Con la ayuda de la atractiva Kim Obrist, también una scanner, ambos buscarán escapar de la red terrorista de Revok y buscar respuestas a lo que les está pasando a sus semejantes.