
"Death to Videodrome! Long live The New flesh!" dice el protagonista Max Renn (James Woods, magnífico) en la cinta de 1983, cuyo planteamiento, a diferencia de Scanners, va más allá de las habilidades extraordinarias de los seres humanos. Aquí, la tecnología es una extensión del cuerpo humano, o mejor dicho: pretente serlo. El video estaba en su apogeo, aquí en México tardaría un poco (umm) más; pero en Cánada y los Estados Unidos era toda una industria en la cúspide, ya le andaba comiendo el mandado al cine -que no a la TV-, sin duda. A través de un canal "pirata", cuya señal proviene de Pittsburgh, el maniaco-sadomasoquista (sobra decir lujurioso) Renn, un productor televisivo de Toronto, tiene el "placer"de disfrutar de un programa snuff (sí, antes que Tesis y 8mm). No obstante, se dice que, al quedar expuestos a la señal de Videodrome, los televidentes experimentarán alucinaciones y, una vez iniciado el proceso, no hay vuelta de hoja. Involucrado con la locutora Nicki Brand (la ex reina del punk/conejita de Playboy, Debbie Harry) descubrirá la "verdad" detrás del fenómeno que también comprende a la familia O'Blivion y su creencia de que: "the television screen is the retina of the mind's eye".
1 comentario:
Quizás quede mal uqe lo diga pero...qué diablos! Me parece una buena HISTORIA ésta...Llama! Llama!
Sería bueno verla.
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